Se suele decir que los
perros detectan el miedo de los hombres y que incluso detectan
enfermedades. Pero, ¿a qué huele el miedo? Para los ratones el miedo
tiene un olor muy característico, la feniletilamina-2. En cambio, a los
peces el miedo les huele a azúcar, tal y como concluye una investigación
hecha pública en «Current Biology».
Este químico brebaje se localiza en abundancia en la piel del pescado.
De modo que cuando un pez está herido, lo que puede significar que haya
predadores cerca, se liberan de su piel...
fragmentos de sulfato de
condroitina con olor a azúcar que alertan a los peces más próximos
liberando una misteriosa sustancia conocida como «Schreckstoff»
(material del miedo).
En concreto, estos fragmentos de azúcar y el miedo se registran en el
epitelio olfatorio, una parte del cerebro del pez cebra, especie elegida
para este estudio por ser una especie fácil de criar y porque se pueden
observar un montón de detalles gracias a que tanto los embriones como
las larvas de los peces cebra son transparentes. Esa región del cerebro,
encargada de procesar los diferentes aromas, incluye unas neuronas
sensoriales conocidas como células cripta. Gracias a ellas, los peces
cebra «detectan el olor y tratan de escapar sin necesidad de pensar,
incrementando así sus posibilidades de supervivencia», explica a este
semanario la autora del estudio Suresh Jesuthasan, investigadora de la
Universidad Nacional de Singapur. «No es que el pez cebra huela el miedo
en sí –prosigue la experta–, si no que detecta los productos químicos
que se liberan cuando existe un peligro extremo».
Ahora bien, esta señal de alerta no ofrece ningún tipo de beneficio al
pez herido, ya que los fragmentos de azúcar se liberan tras una lesión,
incluso si no hay ningún ejemplar que pueda detectar este aroma. De
hecho, en todo caso, le pone aún más en peligro, ya que éste se quedaría
prácticamente solo ante un posible predador si el resto de peces
escapan.
En cuanto a cómo es la capacidad olfativa de los peces, Jesuthasan
explica que «una gran parte del cerebro del pez está dedicada a la
detección de olores». De hecho, «en comparación, por ejemplo, con los
mamíferos –prosigue la experta–, por ejemplo, la región del cerebro que
procesa el olor es relativamente grande».
Futuras incógnitas
El estudio aclara así este rompecabezas tras más de 70 años de
elucubraciones. Pero, plantea nuevas dudas, ya que por ejemplo algunas
especies de peces podrían detectar esta señal de alerta de los taxones
directamente relacionados, y en menor medida si las especies son más
distantes biológicamente hablando. De modo que esta teoría sugiere que
los fragmentos de sulfato de condroitina podrían tener diferentes
aromas. De ahí que los investigadores estén ahora interesados en
contrastar si los mismos fragmentos del miedo que se reproducen en el
pez cebra provocan también algún tipo de respuesta en otras especies.
Por cierto que «los peces cebra no son los únicos animales que sienten
el miedo tras oler sustancias de alerta o feromonas del miedo. Los
ratones también tienen una respuesta similar, al igual que una amplia
gama de animales, como los erizos de mar y los renacuajos», recuerda
Jesuthasan.
http://www.larazon.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario