Lo suyo no viene de familia. Nació en Bilbao y se ha ido a vivir lejos de la ciudad, en Ubidea. «Este es el segundo año que hacemos queso», cuenta. «Antes nos dedicamos a la venta de leche, pero vimos que eso no era viable. El queso deja más margen de beneficios porque...
no hay intermediarios». En 2008 ya premiaron su producto.
no hay intermediarios». En 2008 ya premiaron su producto.
-Dicen que no hay relevo generacional en el campo.
-Lo mío es vocacional. Siempre he dicho que el hijo del cura nunca es cura, aunque suene a cachondeo. Estudié en la Escuela Agraria de Derio, en la primera promoción. Estoy muy orgulloso de ser bilbaíno, pero me siento más integrado en el medio rural. He estado dando vueltas hasta que conseguí asentarme en Ubidea.
-¿Es una explotación familiar?
-Mi mujer y yo. Vendemos a algún bar, algún comercio y en las ferias es donde más nos movemos.
-¿Han notado la crisis?
-Si antes te llevaban un queso, ahora llevan medio o un cuarto, se miden un poco más las cosas.
-¿También nos hacemos más exigentes?
-La gente va entendiendo. Yo suelo decir que nosotros no vendemos queso solamente, para eso vas a una gran superficie o una tienda. Para mí es mi vida y mi pasión.
-¿Cómo lo elaboran?
-Lo primero es tener una buena materia prima. Desde Idiazabal tenemos controles bastante importantes, en cada momento sabemos cómo está la leche de nuestras ovejas. Hacemos muestreos y analíticas mensuales de cada animal.
-¿Cuántas horas trabaja?
-El otro día me lo preguntaron y no supe responder. No tienes horas ni fines de semana. Los calendarios no están hechos para nosotros.
-¿Pero le compensa?
-A mí, sí. El tema de la crisis está frenando un poco y llegan menos ayudas de Europa. Es duro madrugar, ir a la cuadra, atender los animales... pero si tú lo tienes claro, merece la pena.
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