Según las asombrosas conclusiones de un equipo de científicos, los insectos podrían ser tan inteligentes como los animales de tamaño muy superior al de ellos, a pesar de tener un cerebro tan diminuto como una cabeza de alfiler.
Los animales con cerebros más grandes no son necesariamente más inteligentes. Así lo creen Lars Chittka de la Universidad Queen Mary de Londres y Jeremy Niven de la Universidad de Cambridge.
La investigación científica muestra reiteradamente cómo los insectos son capaces de algunos comportamientos inteligentes que...
los científicos pensaron previamente que eran exclusivos de los animales más grandes. Las abejas, por ejemplo, pueden contar, clasificar objetos similares tales como los rostros de humanos o de perros, entender el concepto de "igual" y "diferente", y distinguir entre formas que son simétricas y asimétricas.
"Sabemos que el tamaño del cuerpo es la forma más sencilla de predecir el tamaño del cerebro de un animal", explica Chittka. "Sin embargo, al contrario de la creencia popular, no podemos decir que el tamaño del cerebro predice su capacidad de comportamiento inteligente".
La diferencia de las dimensiones del cerebro entre animales es notable: El cerebro de una ballena puede pesar hasta 9 kg (con más de 200.000 millones de células nerviosas) y el cerebro humano varía entre 1,25 kilogramos y 1,45 (con una cantidad de células nerviosas estimada en 85.000 millones). El cerebro de una abeja pesa sólo 1 milígramo y contiene menos de un millón de células nerviosas.
A pesar de que algunos incrementos en el tamaño del cerebro sí repercuten en la capacidad de comportamiento inteligente del animal, muchas diferencias en el tamaño sólo existen en una región específica del cerebro. Esto se ve con frecuencia en animales con sentidos altamente desarrollados (como la vista o el oído) o con una habilidad para hacer movimientos muy precisos. El incremento del tamaño permite al cerebro trabajar con mayor nivel de detalle, con mejor resolución, y con sensibilidad o precisión superiores, en otras palabras, no aporta capacidades nuevas sino que tan sólo aumenta el alcance de las existentes.
Los animales con cerebros más grandes no son necesariamente más inteligentes. Así lo creen Lars Chittka de la Universidad Queen Mary de Londres y Jeremy Niven de la Universidad de Cambridge.
La investigación científica muestra reiteradamente cómo los insectos son capaces de algunos comportamientos inteligentes que...
los científicos pensaron previamente que eran exclusivos de los animales más grandes. Las abejas, por ejemplo, pueden contar, clasificar objetos similares tales como los rostros de humanos o de perros, entender el concepto de "igual" y "diferente", y distinguir entre formas que son simétricas y asimétricas.
"Sabemos que el tamaño del cuerpo es la forma más sencilla de predecir el tamaño del cerebro de un animal", explica Chittka. "Sin embargo, al contrario de la creencia popular, no podemos decir que el tamaño del cerebro predice su capacidad de comportamiento inteligente".
La diferencia de las dimensiones del cerebro entre animales es notable: El cerebro de una ballena puede pesar hasta 9 kg (con más de 200.000 millones de células nerviosas) y el cerebro humano varía entre 1,25 kilogramos y 1,45 (con una cantidad de células nerviosas estimada en 85.000 millones). El cerebro de una abeja pesa sólo 1 milígramo y contiene menos de un millón de células nerviosas.
A pesar de que algunos incrementos en el tamaño del cerebro sí repercuten en la capacidad de comportamiento inteligente del animal, muchas diferencias en el tamaño sólo existen en una región específica del cerebro. Esto se ve con frecuencia en animales con sentidos altamente desarrollados (como la vista o el oído) o con una habilidad para hacer movimientos muy precisos. El incremento del tamaño permite al cerebro trabajar con mayor nivel de detalle, con mejor resolución, y con sensibilidad o precisión superiores, en otras palabras, no aporta capacidades nuevas sino que tan sólo aumenta el alcance de las existentes.
La investigación sugiere que los animales más grandes podrían necesitar cerebros más grandes simplemente porque hay más maquinaria para controlar. Por ejemplo, necesitan mover músculos más grandes y por consiguiente necesitan más nervios y de mayor tamaño para realizar los movimientos.
Tal como señala Chittka, a menudo en los cerebros más grandes no encontramos más complejidad, sólo una repetición hasta la saciedad de los mismos circuitos neuronales. Esto puede aumentar el grado de detalle de imágenes o de sonidos recordados, pero no incrementa el nivel de inteligencia. Para utilizar un ordenador como analogía, los cerebros más grandes podrían en muchos casos tener discos duros con mayor capacidad de almacenamiento, pero no necesariamente mejores procesadores.
Esto significa que pensar de manera "avanzada" puede probablemente ser realizado con una cantidad pequeña de neuronas. Varias modelaciones por ordenador muestran que incluso la consciencia puede ser generada con circuitos neuronales muy pequeños, los cuales podrían en teoría caber fácilmente dentro del cerebro de un insecto.
De hecho, los modelos sugieren que la capacidad matemática de contar podría lograrse con solo unos cientos de células nerviosas, y que unas miles podrían ser suficientes para generar la consciencia.
Se espera que esta área de investigación conduzca al desarrollo de una mejor capacidad de procesamiento en ordenadores, que les permita, entre otras cosas, reconocer emociones y expresiones faciales humanas con mayor eficiencia que la que hoy poseen.
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