salud. Los más conocidos son los lactobacilos y las bifidobacterias, popularizados a través de las campañas publicitarias desarrolladas por productores de yogures y leches que los contienen. Pero la población microbiana del intestino –la flora intestinal– incluye millones de bacterias de cientos de especies distintas. Los investigadores tienen ante sí todo un ecosistemapor escudriñar.
El potencial terapéutico de esas bacterias amigas es inmenso. Pero, ¿cómo aprovecharlo? La industria alimentaria ha encontrado el modo: incorporándolas en productos específicos. Para ello es imprescindible averiguar, entre otras cosas, qué microorganismos tienen un efecto claro sobre la salud y qué dosis son necesarias para producir ese beneficio.
Los fabricantes se han metido de lleno en la tarea de investigar las propiedades de los probióticos porque han descubierto que constituyen un filón muy saludable y, por supuesto, lucrativo. Pero también porque la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, sus siglas en inglés)'expulsará' del mercado aquellos productos que utilicen como reclamo efectos para la salud que no hayan sido demostrados fehacientemente. "Hasta el momento no ha sido aprobada ninguna solicitud de declaración de salud relativa a probióticos", señala Andreu Palou, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad (CIBERobn), que ha sido vicepresidente del citado organismo europeo durante los últimos seis años.
La nueva normativa sobre alimentos funcionales –entre los que se encuentran los probióticos– entró en vigor hace un año y todavía no ha sido totalmente implantada. Entre 2010 y 2011, la EFSA dará a conocer la lista de alegaciones sanitarias que se pueden utilizar. La industria alimentaria verá cómo desaparecen de las estanterías de los supermercados muchos de los productos que se comercializan hoy en día. Ahora bien, aquéllos que sean capaces de pasar la criba verán reforzada su posición en el mercado y sus responsables podrán proclamar el respaldo científico con el que cuentan.
La sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acogió recientemente unas jornadas patrocinadas por Danone en las que quedó patente la intensa actividad científica sobre probióticos que desarrollan diversos equipos españoles pertenecientes, en su mayoría, a organismos públicos. Estas son algunas de las líneas de investigación que sustentan la apuesta por los microorganismos saludables:
Enfermedades inflamatorias
El grupo de Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC (Valencia), ha constatado que la microflora del intestino de los celiacos presenta una mayor concentración de agentes potencialmente perjudiciales –bacteroides y enterobacterias– y una reducción de microbios beneficiosos, como las bifidobacterias. Hacen falta más ensayos, pero ya hay evidencias del papel regulador de la respuesta inflamatoria que pueden ejercer las especies 'Bifidobacterium longum' ES1 y 'Bifidobacterium bifidum' ES2 en estos pacientes.
Embarazo y lactancia
"Puede ser interesante usar probióticos para modular la microflora intestinal de la mujer embarazada y, a través de esto, la flora vaginal y, posiblemente, la del feto", según Juan Miguel Rodríguez, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Este investigador coordina el grupo Probilac, que analiza, entre otras cuestiones, los efectos de la administración de un alimento probiótico a niños destetados sanos y a madres con mastitis (inflamación del tejido mamario).
Alergias
Esther Nova, del Instituto del Frío del CSIC (Madrid), señala que las investigaciones confirman que los probióticos podrían desempeñar "un papel modesto, pero beneficioso, frente a los múltiples factores que aumentan la susceptibilidad a las alergias ligadas al estilo de vida de la sociedad actual".
Estrés
Lo que se sabe en la actualidad sobre este tipo de microorganismos "es sólo la punta del iceberg", asegura Ascensión Marcos, del mismo centro científico. Esta experta parte de la base de que la tensión nerviosa hace que el sistema inmunitario esté más expuesto a procesos infecciosos e inflamatorios. Una adecuada alimentación puede paliar los efectos que causa el estrés. Su equipo ha investigado, por ejemplo, los efectos de los probióticos en universitarios que se enfrentan a los nervios de los exámenes.
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